La Mujer como Líder en su Entorno
En primer lugar, es crucial resaltar que el papel de liderazgo en las mujeres de nuestra sociedad siempre ha estado presente, aunque históricamente haya sido subestimado. Los "hombres" que han tenido y aún tienen un control sobre las circunstancias, argumentan que un hombre es verdaderamente exitoso solo si tiene una "buena" mujer a su lado.
Es evidente que cuando una mujer destaca, no solo complementa al hombre sino que brilla con una luz inigualable. Sin embargo, entender el peso que lleva ser una mujer líder implica considerar aspectos profundos como sus emociones y estabilidad, especialmente en este 2023 en el que aún vivimos con el complejo Madonna-Whore, que simplifica a las mujeres en dos categorías: la "de casa", sumisa y obediente, y la otra, juzgada por su historial de relaciones y tachada de indigna de respeto. Estos conceptos retrógrados perpetúan la visión dividida entre mujeres "merecedoras" y "no merecedoras" de respeto.
Efectivamente, en los entornos donde una mujer lidera, enfrenta un juicio implícito más riguroso que los hombres. Para ilustrar esto, observemos las comunidades religiosas. Aunque existan pastoras y líderes espirituales, la tendencia persiste: una mujer, aun siendo líder, debe ser sumisa. Otro ámbito es la política, donde algunas mujeres han logrado avanzar, pero enfrentan desafíos únicos en círculos predominantemente masculinos.
El autojuzgamiento entre mujeres también es una realidad. Juzgamos preferencias, opiniones e incluso apariencias. Por ello, este blog busca crear una comunidad de apoyo entre mujeres, donde podamos sentirnos seguras. Debemos respaldarnos mutuamente en asuntos como aceptar nuestras emociones y abrazar nuestra feminidad, a pesar de estereotipos absurdos. Debemos desafiar la noción de que una mujer siempre debe ser agradable, sin importar su rango de emociones.
Es innegable que estos desafíos tienen repercusiones en nuestra salud mental. Un ejemplo claro es el 74% de mujeres en Latinoamérica que informan tener baja autoestima o secuelas de la misoginia.
Considerando esto, es imperativo fomentar el liderazgo femenino, tanto en el ámbito social como interno. Debemos aprender a aceptar solo los comentarios que deseamos escuchar y dejar de lado las opiniones ajenas. Fortalezcamos el amor propio y aceptemos que no podemos satisfacer a todos. La prioridad debe ser nuestra propia felicidad.
En última instancia, es vital internalizar que todos somos parte de una misma sociedad y debemos tratarnos con respeto. Nadie tiene derecho a dominar a otro.